Fórmula de la vida.
Las ideas y las fórmulas, al igual que los recuerdos personales, conviene dejarlas en reposo, que se llenen de telarañas. Después,cuando hayamos olvidado los principios que nos llevaron a imaginarlas o concbirlas, desempolvarlas y mirarlas como si no fueran nuestras. Sólo entonces seremos capaces de valorarlas en toda su amplitud.
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