martes, 4 de febrero de 2014
Que hacer contigo.
Voy a
hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos. Toco tu boca,
con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de
mi mano. No volverán las oscuras golondrinas, pero qué importa. Hace
frío y me apeteces. También cuando no hace frío, no te preocupes. Me
apeteces a destiempo, incluso, cuando no pienso en ti, pero suenas de
fondo. Estás detrás de cualquier delante. Eres
la base de todo lo que sucede, a ver si me explico. Y me imagino
contigo. Solos. El mundo atardece tras la ventana, y el viento sopla
fuerte, me lo dicen los árboles cuando se agitan. Y yo estoy contigo,
dentro. Aquí otro huracán agita mi pecho, proveniente de tu boca
entreabierta, la cual parece la entrada a no sé qué lugar, pero quisiera
meterme. Y quedarme allí. Te suenan cantos de sirenas cuando te ríes, y
yo voy a dejarme arrastrar por el deseo de querer abrazarte toda la
vida. Voy a dejarme, te lo juro. No opondré resistencia si te acercas
hasta que ni alejarme pudiese ya separarnos. "¿Qué es poesía?", me
preguntas. Qué es poesía, y yo me callo, y es que sólo sé que poesía no
era nada de lo que había conocido hasta encontrarte. Que poesía tiene
que ver algo contigo. Quizá tenga que verlo todo. Poesía quizá es cuando
dices mi nombre y me sorprendo pensando "¿Seré yo ese a quien llama?,
¿tendré tanta suerte?". Y sí, es a mí, y parece que el mundo baile, o
que mi corazón se encienda, así como esa respuesta que repentinamente
evita que me haga preguntas. Y yo soy feliz, sin saber cómo, pero qué
importa. Qué importa. Se que estás tú para aguantar mi desequilibrio.
Que cuando voy a caer me besas, y me abrazas y me curas, y que vuelo con
tus alas, cuando te quedas a dormir sin yo pedirte que duermas conmigo.
Te encontré, recuerdo, una noche en un bar pidiéndote una cerveza, con
esa mirada en busca de auxilio. Te encontré, lo recuerdo, y desde
entonces yo ya no estoy tan perdido. Nos encontré a los dos, entonces,
aquella noche, tú pedías una cerveza y yo sólo quería que me dieses tu
número. Y todo empezó así, sin parecer el comienzo de nada. Y mientras
me sometía a una sesión de hipnosis impartida por tu boca; fijamente
escuchaba lo que decías, como cuando vas borracho e intentas
controlarte. Fijamente, como en un sueño, prometo que me alejé de allí
sin irme, y te hice el amor en algún sitio al que algunas veces vuelvo. A
veces vuelvo, sí, a tu cuerpo desnudo, al lado del mar, y tu media
sonrisa, tu piel suave, las olas que suenan contra las rocas y un día
que muere, atardeciendo, y entre las cenizas nacemos nosotros en mitad
de un orgasmo. Y encuentro la paz recostado en tu pecho.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario