Poner buena cara y sonreir

domingo, 1 de abril de 2012

Te echo de menos.

Nunca creí que existiera este día. ¿A ti?, madre mía es que no puede ser. Por más que intento asimilarlo, no veo más allá de esa sonrisa y de esas palmadas en la espalda que siempre me dabas. Tú siempre tenías una respuesta para todo, un buen gesto, un gran corazón. No sé ni qué coño hago hablando en pasado, no entiendo por qué en esta puta sala todo el mundo está llorando, no entiendo porque te ha tenido que tocar esto a ti. Hasta que te he visto, ahí dentro, ahí metido, con tu cara pintada de dolor, entonces es cuando he comenzado a mentalizarme de que era cierto. Desde que estoy en casa ya he mirado tres veces hacia tu ventana y me duele no ver la luz de la galería encendida mientras te fumabas "el último" antes de ir a la cama. Ahora todo está apagado, todo es gris, todo son lágrimas y dolor, pero escúchame, si puedes oirme, si puedes sentir algo, nunca te olvides de lo mucho que te queremos. Estos últimos meses no han sido muy buenos, y no sabes como me jode, pero bueno, siempre nos hemos tenido. Siempre vas a estar en mi cómo el que me daba charlas de horas y horas con la mejor intención del mundo, como el que flipaba conmigo cuando chutaba un balón, como el que estaba más que seguro cuando su pequeño se quedaba a mi lado. Estuviste a mi lado en los peores momentos y no sabes como pudiste llegarme al corazón. Jamás se me olvidará aquel día que partí la tabla de una patada y me dijiste que ahora si que era la chica más especial que conocerías nunca. Solo quiero recordarte bajando a tirar la basura, con tus pies planos, tus pantalones cortos subidos hasta la garganta, tus gafas de sol y tu sonrisa eterna.

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