Existe.

Y lo que quieres es que exista alguien, en algún lugar, en algún momento que sepa cuándo abrazarte y lo haga sin miedo; alguien que acaricie tu cara mientras te besa; alguien que, solo con tocarte, llegue a tocar el alma.
Reconocer los pasos que se oyen por el pasillo y saber que es él y que vas a seguir escuchándole caminar nervioso durante mucho tiempo; atisbar la ráfaga de aire que trae su olor y que, en cuanto toque tu nariz, tus ojos se cierren para percibir bien su aroma; desear aniquilar la distancia que separa su cuerpo del tuyo porque es una distancia maldita; agarrotar tu cuerpo alrededor de su cintura y no querer separarte de él; apoyar la cabeza en su pecho y quedarte así eternamente, escuchando todos y cada uno de los latidos de su corazón y saber que, cuando aumentan, aumentan porque tú estás ahí.
Eso es lo que el corazón quiere.